La necesidad de aumentar los recursos dedicados a la investigación biomédica y de evitar las desigualdades de acceso a la salud, asi como de incrementar la cooperación al desarrollo fueron algunas de las principales conclusiones elaboradas por el director del director del Instituto de la Salud Carlos III, Francisco Gracia Navarro, quien intervino ayer tarde dentro del ciclo "Etica, Religión y Humanismo: La ética de las profesiones en Europa y en un mundo global" organizado por el Aula de Religión y Humanismo de la UCO.
Gracia centro su intervención en la investigación biomédica y en Ciencias de la Salud, sus avances y nuevos retos desde la perspectiva de quien es responsable de un centro públco de investigación que al mismo tiempo genera informes y asesora técnicamente al Servicio Nacional de Salud y financia la investigación biomédica en España. Para ello el catedrático cordobés esbozó algunos conceptos básicos sobre el genoma como base de información genética y el transcriptoma como un paso intermedio hacia el proteoma o equipamiento de proteinas que da funcionalidad a una célula.
Sobre estos conceptos se estructura la futura medicina que conociendo la dotación génica de un individuo podrá establecer en buena parte sus posibles enfermedades de adulto y actuar en consecuencia. Un campo a desarrollar técnicamente una vez solventados los principales problemas conceptuales. Ello determinará también la aparición de nuevos fármacos y una medicina personalizada en la que jugará parte importante la terapia celular mediante biobancos de muestras celulares de cada individuo que permitirán actuar actuaciones reparadoras. Ya en este aspecto se plantean problemas bioéticos relacionados con los mecanismos de acceso a tal información o la utilización indebida de ésta y con al propio acceso a la medicina personalizada que puede estar al alcance, tan sólo, de quienes dispongan de los suficiente recursos económicos, generando desigualdades sociales.
Gracia abordó luego la problemática derivada del uso de celulas madre y sus aplicaciones en la elaboración de fármacos, en el estudio de las bases moleculares del desarrollo y en la terapia celular, para centrarse luego en los reparos religiosos o éticos que puede suscitar el uso de blastocitos o embriones susceptibles de generar seres humanos.
En opinión de Gracia la terapia celular es la medicina del futuro y debe facilitarse la investigación sobre ella con los suficientes controles éticos y a través de proyectos muy justificados y elaborados, de modo que tanto el transcurso del tiempo y los logros que se vayan alcanzando como la propia evolución de la sociedad vayan determinando en cada momento los límites adecuados. Otra técnica, la clonación terapeútica (obtención de celulas transformadas a partir de las del propio paciente) también presenta amplias perspectivas en terrenos como, por ejemplo, el de los transplantes. La obtención de embriones por transferencia nuclear, la destrucción de pre-embriones en el proceso investigador y la clonación de seres humanos centran aquí los problemas éticos.
Gracia se refirió por último a los problemas éticos que plantean las denominadas "enfermedades raras" ( incidencia de 5 casos por cada 10.000 habitantes) a menudo mortales o determinantes de invalidez crónica que por afectar a un sector de la población muy pequeño, apenas se investigan, para los que no hay fármacos, ni especialistas etc... generando problemas y desigualdades sociales. El SIDA y las denominadas enfermedades emergentes (fruto de la globalización como el mal de las vacas locas, el virus del Nilo o el SARS) y reemergentes ( dengue, difteria, sifilis,l ántrax, tuberculosis, paludismo...) cerraron su intervención, que fue seguida de coloquio.