El futuro del golf en España queda subordinado a la justificación científica de los requisitos hídricos de cada campo y por la sostenibilidad ambiental de su uso. Además la industria golfística deberá demostrar que el riego es aplicado de forma eficiente y sin pérdidas.Para ello es preciso investigar todas las posibles estrategias de gestión de recursos hídricos, que deberán impulsar igualmente la implantación y desarrollo de programas de investigación y educacionales, según afirman en un estudio publicado en la Revista Internacional de Agua y Riego los investigadores Luis López Bellido, catedrático de la Universidad de Córdoba, Juan M. López Bellido, ingeniero agrónomo y diplomado en campos de golf de la Universidad de Texas, Rafal J. López Bellido, profesor titular de la Universidad de Huelva y Pablo Muñoz Vega, ingeniero agrónomo y MSC en Sport Surfaeces Technology de la Universidad de Cranfield ( Reino Unido).
En el estudio se citan cinco estrategias para la consecución de un plan de conservación del agua para campos de golf: una apropiada selección de especies y cultivares, el uso de aguas no potables, el diseño de sistemas de riego eficientes, la mejora de la programación de los riegos y un diseño adecuado del propio campo de golf que incluya tanto sistemas de captación de agua como elementos que reduzcan la demanda potencial de ésta.
Por lo que respecta a los campos de golf españoles, los autores estiman que deberían seguir un modelo mediterráneo integrado en el paisaje, seleccionando para ello las especies arbóreas y arbustivas autóctonas que presentan menos requisitos hídricos y reduciendo el área cespidosa del campo en la medida de lo posible, siendo importante que las zonas del campo no dedicadas al juego (el rough ) supongan un consumo de agua nulo o muy reducido. Además el diseño deberá incluir un efectivo sistema de drenaje por varios motivos. Entre ellos que la tendencia al uso de aguas de peor calidad hará necesario lavar las sales del perfil del suelo que deberán se acumuladas o enviadas a lugar seguro a través del drenaje. Por otra parte el reciclaje del agua de drenaje es esencial desde el punto de vista de la contaminación subterránea.
De la superficie total de un campo de golf la superficie media regada es de 30 Has de las cuales alrededor de un 10% corresponde a greens y tees mientras que el restante 90% se dedica a fairways y roughs. Los consumos de agua difieren significativamente entre ambas áreas. Las dos primeras son las zonas más importantes del campo por horas de juego y tráfico de jugadores, lo que unido al alto nivel estético y cualitativo requerido tiene como consecuencia la necesidad de un mantenimiento más intensivo y un aumento de los volúmenes de agua requeridos. En las dos segundas la exigencia es menor y pueden ser utilizadas especies que reducen el consumo de agua notablemente.
La programación del riego en los campos de golf se realiza fundamentalmente de tres maneras: la inspección visual (según el aspecto del césped), la medida de humedad del suelo o el balance de agua (cálculo de la entrada y salida de agua del suelo) que es el más frecuente. En conjunto existe muy poca información rigurosa sobre el consumo de agua en los campos de golf españoles. No obstante según la propia valoración de los autores sobre dos campos de golf (en Málaga y en Almería) de idénticas características arrojarían un consumo estándar de agua de 3604 m3/ ha y 4130 m3/ ha por año respectivamente.
España cuenta actualmente con 308 campos de golf abiertos al público. Málaga es la provincia líder con el 13% del total mientras Cádiz ocupa el quinto lugar. Se estima que en los próximos diez años se duplicará el número actual de estos recintos. El hecho de que no solo se conciban como instalaciones deportivas sino también como campos para la urbanización o como complejos turísticos hace que planteen imo desarrollo de los campos de golf en consonancia con una adecuada política hidráulica puede convertir al golf en una alternativa respetuosa con el medio y el desarrollo sostenible e incluso conllevar beneficios ambientales tales como la recuperación de suelos, la disminución de la erosión o la recuperación del agua de escorrentía.