La polémica que al menos desde los años 80 del siglo XX se viene desarrollando en torno a la cuestión del "atraso" de la agricultura española en relación con la de los países atlánticos, convertida ésta en modelo de referencia tanto por sus logros en materia de productividad por activo empleado como por el papel de cebo del desarrollo, sirve de base a la investigación realizada por Antonio Luque Ballesteros en su libro " Entre el vapor y el arado romano. Élites, instituciones y difusión del cambio técnico en la agricultura. Córdoba, 1780-1870" que acaban de editar el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba y su Grupo de Historia Social Agraria.
El autor inscribe su obra, para el caso cordobés, en la línea historiográfica que valora la distancia que separó, durante todo el siglo XIX, a la mayoría de las agriculturas españolas de la de los países más desarrollados de ambos lados del Atlántico como una consecuencia directa de las limitaciones ecológicas propias de los agroecosistemas mediterráneos, particularmente de la disponibilidad de agua y nutrientes, a la vez que defiende la existencia de una vía específica de desarrollo hecha de pervivencias y adaptaciones así como de un entramado institucional y social interesado en encontrar vías de innovación que estuvieran ajustadas a las condiciones ambientales y tecnológicas de las distintas agriculturas peninsulares.
En este sentido el trabajo trata también de recuperar la memoria y tarea desarrollada por un conjunto de hombres e instituciones que, desde finales del XVIII, para el caso de Córdoba, apostaron por hacer de la divulgación agronómica y de la enseñanza agrícola palancas del desarrollo y de la modernización de la agricultura en sus respectivos ámbitos de actuación, ajenos a las implicaciones ecológicas y sociales que las transformaciones que deseaban provocar habría de traer con el paso del tiempo.
Sobre estas premisas la obra aborda sus objetivos desde cuatro perspectivas diferenciadas aunque conexas entre sí: la que analiza esas propuestas e iniciativas, la que aborda la determinación de los sujetos - físicos o institucionales- que las impulsaron o apoyaron, el análisis de las acciones propiciadas en Córdoba por las instituciones periféricas a partir de que, en 1834, se puso en marcha el proceso de construcción del estado liberal y, por último, el proceso por el cual el Estado contribuyó a la formación del capital humano a través de la enseñanza técnica y profesional, toda vez que, a lo largo del siglo XIX y a través de iniciativas como las que se analizan en el texto, se fueron configurando los centros de docencia, investigación y extensión agraria que conducen hasta los de nuestros días.
En lo que se refiere al ámbito geográfico, de las cuatro zonas en que es posible dividir la provincia de Córdoba en sentido norte- sur son las zonas del Valle y la Campiña del Guadalquivir, así como la Subbética y la Campiña Alta las que más vinculación tuvieron con la iniciativas recogidas en el periodo historico al que se refiere la obra.